Club Literario de Miami

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Thursday, August 03, 2006

La Agonía

Ya eran horas de la tarde, estaba cansado de ver tantos pacientes, en 6 horas habían pasado cientos de patologías en tan solo 75 cuerpos, entre diagnósticos tan simples como una dermatitis por contacto y tan complejas como una Insuficiencias Cardiacas Congestivas por disfunción sistólica del ventrículo izquierdo con clase funcional II Y III, me miraban extraño, muchos de ellos no veían un medico desde hace 5 años, algunos nos tocaban para ver si era verdad y no un espejismo. A través de las consultas me di dando cuenta de que todos tenían algo en común, sufrían de un mismo síntoma, desplazamiento por el conflicto armado.

A mi consultorio improvisado en una antigua escuela donde un mes atrás había sido la guarida de la guerrilla, entro Palomino Mosquera con cara de perplejidad, descuido en su aspecto personal, hiperactivo con movimientos constantes de manos y embotado en su manera de hablar. Me comenzó hablar que le dolía todo el cuerpo, principalmente el tórax, los miembros superiores y la cabeza. Le pregunte que si tenía algún otro síntoma, negó con aspecto de inconformista, le palpe la región cervical donde se presentaba tensión muscular. Le diagnostique cefalea tensional secundario a espasmo muscular en región cervical, le prescribí medicamentos y le di recomendaciones. Le dije que si me podía llamar al próximo paciente, se quedo sentado un rato mirándome y me dijo, "lo que tengo yo es una enfermedad del alma, medico".


Nos tomo todo un día de viaje para llegar a La Loma, corregimiento de Bojaya. A las 5 de la mañana estaba en la base aérea de CATAM, me encontré con mi amigo de carrera Juan Manuel Cote, donde me contó la muerte de su madre hace pocos días. También se encontraban especialistas en todas las ramas de la medina, además odontólogos, sicólogos, sociólogos, e ingenieros. A las 6 nos estaban montando en el Hércules de la fuerza aérea colombiana, luego de 45 minutos estábamos despegando rumbo a el Choco. Después de hora y 15 minutos llegamos a Quibdo, donde esperaríamos el helicóptero que nos llevaría a Vigía del Fuerte, de este sitio nos esperaban el ejército, eso fue como a medio día, y posterior nos transportaron por lancha durante tres horas por todo el rió Atrato. Hasta que llegamos a Bellavista donde se encontraba un barco piraña del batallón Manosalvas Florez custodiando el rió. Y por ultimo nos trasladaron a una lancha rápida rumbo a nuestro destino final.

Cuando llegamos ya estaba oscureciendo, bajamos todos los implementos y nos dirigimos hacia el corregimiento, con nosotros también andaban unos corresponsales de la BBC de Londres haciendo un reportaje de las condiciones que vivían la poblacion de Bojaya. Nos recibió enseguida Duby, era la enfermera, partera y trabajadora social del pueblo, con un corazón tan grande que en mis términos tendría un hipertrofia cardiaca global, le preguntamos que donde podíamos hacernos para iniciar nuestro trabajo pero nos contesto que no podíamos ya que no contaban con electricidad, y la única planta eléctrica que había en el pueblo era de la discoteca, que pertenecía a los hermanos Galindo.

Decidimos que íbamos a dar una vuelta por el pueblo para conocerlo un poco, enseguida el Comandante encargado nos mando unos soldados para que cuidara de nosotros. Las casas eran de madera sin arquitectura definida, piso de arena, techos de láminas recicladas, los cuales presentaban canales que llegaban a tanques donde recogían el agua, ya que no había agua potable. El alumbrado de los caminos eran con velas, la gente era muy agradable a simple vista, los niños estaban sin casi ropa, descalzos y con un abdomen hinchado típico en pacientes desnutridos llenos de parásitos. Mujeres embarazadas con hijos en brazos y gente mayor. En una de esas conocimos a Edmundo Quintero, nos contó que era muy difícil conseguir alimentos allí ya que el rió estaba muerto porque hace unos años una multinacional americana vertía los desechos de cianuro después que lo utilizaban para extraer oro por lixiviación y tenían que traer la comida de otros lugares porque allí no había nada. También nos contó que no habían fuentes de trabajo y por eso muchos hombres se habían ida para la capital del departamento a buscar trabajo y los otros se habían ido mas lejos todavía por culpa de las matanzas de la guerrilla y las autodefensas.


Me quede sin palabras en mi vida no había escuchado este diagnostico, en mis pocos años de carrera medica nadie me había refutado alguna impresión diagnostica. Tenía más de 80 pacientes para ver, además tenía que aprovechar la luz del día, pero no podía dejar de pensar en lo que me dijo Palomino Mosquera. Entonces decidí escuchar su historia clínica completa.

Se levantaba todos los días a las 5 de la mañana a revisar su huerta de plátano, maíz, arroz y yuca. Con los cuales podía vender o consumir para mantener a su familia que la conformaban su esposa Petronila que tenia 5 meses de embarazo y sus dos hijas, Kelly y Katy, de 5 y 3 años respectivamente. Era un hombre muy feliz, lo tenia todo, vivía en paz con la naturaleza, no le hacia mal a nadie, su familia lo era todo para el. Hasta que el 2 de mayo de 2002 se presento el karma de su vida. La tragedia que conmovió a las autoridades del estado, que nunca habían hecho presencia en estos caseríos sobre el ancho del Atrato y teniendo a todo un departamento abandonado. Se presentaban enfrentamientos entre el frente 57 de las FARC y las AUC. La familia Mosquera creyó que refugiándose el la iglesia del pueblo no les iba a pasar nada, pero lo que ellos nunca pensaron fue que esas personas, tomarían el pueblo como campo de batalla. La guerrilla comenzó a lanzar pipetas bombas llenas de artefactos de hierros oxidados las cuales impactaron en la iglesia, Palomino pudo escapar después de la primera pipeta bomba por el techo de la iglesia que era de teja zinc, mal herido se escondió dejando atrás a su familia, pero de lo que el nunca podrá escapar es que dejo su razón de vivir en esa iglesia llena de llamas donde gritaba la gente pidiendo piedad. Ese día murieron 119 personas en la iglesia de Bojaya entre esas la familia de Palomino.

No sabia que decir, en mi carrera se ven muchas cosas pero esto había sido lo mas impactante, le hable como se le puede hablar a un amigo que a perdido algo, con mucha sutileza sin herirlo mas de lo que estaba. Le dije que podíamos hablar después de que terminara la consulta, aprobó con un si seco de sus labios y le dije que si me podía llamar al próximo paciente. Lo busque después de la consulta y lo pregunte por su nombre, pero nadie lo conocía, ni sabia nada de el. Días después de llegar a Bogota me di cuenta luego de buscar en periódicos y revistas que no habían existido sobrevivientes de la matanza de Bojaya.

- Pelao

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